Es de Suiza y conoce La Rioja mejor que yo, tiene una voz y un acento singular mezcla de allí y de acá, me recuerda en su aspecto a los colonos del viejo oeste americano de las péliculas.
Nos pone los dientes largos contándonos historias peregrinas que nos hacen reir y soñar. Por otra parte es buena maestra no nos pasa una, espalda recta, estribos ajustados, manos así, pies allá, no confiarnos, susurrar a los caballos y aprender a dominar ¡que se note quién manda! esto lo hacemos muy bien.
Es una delicia que lleguen los miércoles para ir a Navarrete al encuentro de Katerinne, montar a Molinero, a Neska o a Pinto...sentarnos en su porche, oler las flores, acariciar a perros y gatos, contemplar los pollitos que han tenido las gallinas y despedirnos de los burros que tiene dos.



En la balsa de Navarrete.



